Esos camilleros y camilleras de la Cruz Roja, con su ambulancia y sus maletines de primeros auxilios, prestos a cubrir los servicios públicos en la ciudad.
Eran una representación ligada que tenemos en la memoria a esos voluntarios vestidos de uniforme, con correajes y polainas blancas de charol que cargaban sus parihuelas hasta los campos de fútbol y plazas de toros. Eran esas personas voluntarias que se movían sin ningún interés por ayudar a la gente pues lo mismo atendían accidentes de carretera, en el Viejo Vivero, la Plaza de Toros (desaparecidos uno y otra) o la Romería de Bótoa.
Voluntarios y voluntarias, cuya organización se asemejaba a la militar, y que dedicaban los fines de semana a atender cualquier tipo de emergencia de forma altruista en la ciudad y también en los pueblos de la provincia.
Y esa banda de cornetas y tambores que dirigía el Maestro Gabi, que animaba marcialmente las procesiones de nuestra Semana Santa.
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Mi agradecimiento a Alonso Cerro Alvarez
por la cesión de estas fotografías donde aparece
su padre Julio Cerro Jaramago
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