Walda Lucenqui

 

Walda Lucenqui Garrotes nació en Badajoz el 16 de mayo de 1847, en el número 4 de la calle Bodegas (hoy Encarnación) y falleció el 22 de junio de 1923 en su casa de la calle Sepúlveda número 4. Fue esposa de Miguel Pimentel Donaire que fue profesor de la Escuela Normal del Hospicio de Badajoz, el cual falleció en Badajoz el 25 de junio de 1915. Walda procedía de una conocida familia liberal e ilustrada que era los Lucenqui. En el ambiente decimonónico extremeño los Lucenqui eran admirados por su pintura y su vinculación al arte. El abuelo de Walda, Antonio Luschenski, de origen polaco, se cree que llegó a Badajoz con los ejércitos napoleónicos. Su apellido se castellanizó derivando en Lucenqui. Su nieta Walda era hija de Juan Lucenqui Martínez, célebre armero y cerrajero. La misma Walda hizo también sus pinitos en las artes pláticas, destacando en el dibujo. Estudió magisterio en la Escuela Normal de Maestras de Badajoz, entre los cursos 1862-1866, obteniendo los títulos de maestra elemental y superior. Más tarde prosiguió sus estudios en la Escuela Normal Central de Madrid. El 20 de junio de 1871 tomó posesión de la escuela de niñas del Hospicio provincial de Badajoz, donde quizás conociera al que fue su marido, el reputado maestro don Miguel Pimentel, con el que tuvo dos hijos, uno de ellos también maestro. En 1880 ocupó una plaza de maestra elemental en una escuela de Badajoz. Por Real Orden de 20 de octubre de 1883 fue nombrada Regente de la Escuela Práctica Normal de Maestras de Badajoz, cargo que desempeñó hasta 1908. Impartió las asignaturas de Caligrafía, perfeccionamiento de la Lectura y Escritura y Prácticas de Enseñanza, tal como establecía el Reglamento de las Escuelas Normales. También dio clases de Labores y Corte. Debía tener doña Walda un carácter resuelto y nada dócil, eran frecuentes los enfrentamientos y desavenencias con la directora de la Normal por sus diferentes planteamientos educativos. Sincera y franca, según se definía ella, padecía una falta leve de visión que suplía con los quevedos característicos. De ideas liberales, no hay datos de que doña Walda traspasara la dimensión iniciática de la masonería, como alguna vez se ha insinuado, sí se sospecha que tuvo cierta relación con la logia "Pax Augusta", quizá por la vinculación de su marido con la misma. Gracias a su prestigio profesional fue pensionada, junto con su marido, para asistir al Congreso Pedagógico Nacional, celebrado en Madrid en 1882. Allí Walda abogó por mejorar la preparación de las maestras, para lo cual creía imprescindible reorganizar las Escuelas Normales. Por su pericia en el arte de las labores, el Ayuntamiento de Badajoz le encargó bordar un estandarte en oro que lo representaría en el Centenario de Calderón, celebrado en 1881. También obtuvo un premio en la Exposición de Labores celebrada en Sevilla en 1875, con un cuadro de papel que representaba a un grupo de espigadoras. Luchadora incansable por renovar la educación y las condiciones de trabajo del magisterio participó en cuantas asociaciones, congresos e iniciativas tuvieran como fondo el mundo de la enseñanza. Impulsó y fomentó, desde todos los ámbitos a su alcance, la cultura y la educación de la mujer. 


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