Ricardo Carapeto Zambrano

 


Ricardo Carapeto Zambrano nació en Olivenza el 23 de noviembre de 1868 y falleció en Badajoz el 20 de enero de 1941. Desde joven destacó en los estudios, obteniendo en 1893 su licenciatura en Ciencias Físico‑Químicas. Fue nom­brado profesor auxiliar supernumerario de Ciencias del Instituto de Segunda Enseñanza de Badajoz el 24 de junio de 1893, y pasó a profesor auxiliar numera­rio de dicho instituto el 4 de febrero de 1896. En 1896 se convirtió en director interino del Obser­vatorio Meteorológico del instituto. 

Fue, asimismo, catedrático numerario de Matemáticas, con título ex­pedido el 30 de noviembre de 1911 y director del Ins­tituto de Badajoz desde el 21 de julio de 1931 hasta su jubilación en 1939. Su vocación científica se tradujo también en publicaciones importantes: sus manuales de álgebra, geometría y trigonometría fueron referentes regionales entre 1915 y 1922. 

Su papel como educador fue solo una de las facetas de su trayectoria. Ricardo Carapeto Zambrano gozaba de gran prestigio en el ámbito de la educación, pero eso no impidió que quisiera destacar en otros campos. 

Fue muy activo en la promoción rural y económica de la provincia con cargos como el de presidente de la Cámara Agrícola durante más de dos décadas, fundador y dirigente de la Comunidad de Labradores, presidente de la Caja Rural de Badajoz y, durante 14 años, líder del Consejo Provincial de Fomento. 

El 19 de mayo de 1928 fue nombrado alcalde del Ayuntamiento de Badajoz donde estuvo hasta el 25 de febrero de 1930. Su gestión como tal, destacó por emprender mejoras urbanas y sanitarias, especialmente en la zona de San Roque. Con sensibilidad y determinación, lideró la desinfección y desecación de lagunas e inundaciones cercanas al río Rivillas, que eran foco de infecciones, sobre todo palúdicas. Las obras se convirtieron en un símbolo de su compromiso con la salud pública de la ciudad. 

También promovió iniciativas para viviendas sociales, como "las casas baratas" en la avenida de Joaquín Costa, aunque encontró resistencias y obstáculos materiales. Otro rasgo destacable fue su cercanía cotidiana al progreso de las obras: testigos recuerdan su presencia constante en el terreno, supervisando personalmente los trabajos, junto a otros representantes municipales. 

Así como la barriada de San Roque experimentó una transformación notable, ya que lo que antes fue un conjunto de viviendas humildes y mal drenadas, se convirtió en una zona urbanizada, moderna y saludable. Él impulsó, entre otras acciones, la transformación de la antigua carretera de Madrid en una arteria urbana. Tanta fue su implicación con la barriada que años después, esta vía,  hoy avenida llevaría su nombre. 


Dicha avenida es uno de los ejes del barrio que recorre áreas residenciales, comercios, zonas deportivas y centros cívicos, convirtiendo la vía en la espina dorsal del barrio e incluso en una de las más importantes de la ciudad, y su nombre es reconocimiento al papel de este hombre en la transformación de la zona. 
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