Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, conocidas como "Las Hemanitas de los Pobres" es una congregación religiosa católica femenina de derecho pontificio, fundada por el sacerdote Saturnino López Novoa y la religiosa Teresa de Jesús Jornet e Ibars el 27 de enero de 1873 en Barbastro (Huesca). El 21 de febrero de 1968, con la aprobación de la Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados se unieron las Agustinas Recoletas Hijas de San Joaquín, las cuales habían sido fundadas en Madrid, en 1930, por Ignacia López de Alcázar.
Ellas se dedican a la pastoral sanitaria y a la asistencia de los ancianos, especialmente enfermos y desvalidos, y regentan cuatro centros en nuestra provincia de Badajoz que son (en Azuaga, en Don Benito, en Mérida y en Trujillo), así como uno más en nuestra ciudad de Badajoz.
La llegada a nuestra ciudad de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados se produjo en 1880 a la calle Trinidad, por lo que llevan casi un siglo y medio formando parte de la vida de Badajoz, 140 años en los que han atendido a millares de ancianos, incluidas aquellas personas que no tenían ingresos necesarios para acudir a otras residencias.
Posteriormente en el año 1945 se mudaron al nuevo asilo de la Avda, de Pardaleras, y en el año 1983 a la nueva Residencia de Ancianos en la zona de la Granadilla, donde permanecen actualmente.
En todos estos años las hermanitas han realizado su labor de manera discreta y contando siempre con la ayuda de los pacenses, de Industriales, del Ayuntamiento, del Sepad, de los Carnavaleros y de las Cofradías, así como destacar el papel de esos voluntarios/as, una comunidad variable que acude en franjas horarias muy concretas, como las horas de las comidas o las de acostar a los residentes.
Sor Elena, la actual madre superiora de Badajoz, asegura que ellas necesitan poco, aunque alguna que otra ocasión han necesitado algo y la gente que es solidaria se ha volcado enseguida con su ayuda, las hermanas, lo único que desean es lo mejor para sus mayores.
Su fin específico es el ejercicio constante de la virtud de la caridad cristiana en los ancianos más vulnerables, acogiéndolos en un ambiente de familia y atendiendo todas sus necesidades: materiales, de afecto y espirituales.
Gracias a la bondad del público y al sostenimiento especial del comercio, con el óbolo de todo el menaje necesario para su asistencia, y por supuesto, el de ellas mismas con labor humanitaria, pobres por vocación, solo poseen lo que dan para sus acogidos compartiendo con ellos riquezas y miserias.
¡¡Enhorabuena hermanas por vuestra labor!!.
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