Angel Quintanilla Ulla nació en el Ferrol en el año 1922, terminó la carrera en Santiago en 1942, y estuvo ejerciendo como médico libre en Maceda-Ourense entre 1947 y 1955, momento en el que se traslada a Badajoz por motivos profesionales al obtener una plaza de médico titular.
Con su fallecimiento en el año 2011, desapareció, "en sentido clásico", el último "Médico de Cabecera" de nuestra ciudad de Badajoz, pues este término, clásico en la historia de la medicina, desgraciadamente y por circunstancias diversas (fundamentalmente políticas y sociales), ha ido desapareciendo.
Ángel, junto a otros compañeros, ya ausentes, fue uno o quizás el mejor exponente de este tipo de medicina, esa medicina basada sobre todo, en el ojo clínico, en la humanidad y en la consideración, ayuda y respeto al enfermo.
A falta de la tecnología actual, estos eran los parámetros en los que se basaba el quehacer médico diario, medicina en la que a veces, con unas palabras bien dichas y sentidas, ayudabas al enfermo en el aspecto psicológico, quizás tanto o más que con cualquier fármaco.
Él acudía puntualmente sin faltar a la cita, con su saber estar, el respeto a la opinión de los demás, su extraordinaria memoria y cultura, sus enormes conocimientos de medicina y sobre todo, su sentido humanitario de la profesión.
Sentarse a la cabecera del enfermo, como hacía él, hablar con el paciente de los problemas cotidianos, cogerle la mano para transmitirle el calor y la confianza que necesitaba, no solo confortaba al paciente, sino que creaba la verdadera relación médico-enfermo, que casi todos los profesionales envidian y desean que un día volviera a existir, para él, la noción del tiempo no existía.
Ya jubilado, dedicaba la mayor parte del día a la visita de sus pacientes, pues cuantas veces, sin haber sido llamado, iba a visitar a los que él creía estaban más necesitados de ayuda y ya su sola presencia, era como un bálsamo reconfortante para el enfermo y para sus familiares.
En definitiva, ayudó siempre a bien enfermar y sobre todo a bien morir. Ángel Quintanilla Ulla vivió por y para la medicina y murió con la dignidad y entereza de la gente de bien.
La ciudad de Badajoz así supo entenderlo, agradecerlo y reconocerlo, y ya en vida, le nombró Hijo Predilecto de la ciudad, le dedicó una calle y el Colegio de Médicos de Badajoz le concedió la Medalla de Oro, máximo galardón colegial, aparte de otras distinciones concedidas por diversas instituciones.
Fuente: Manuel Pedraza Salazar
Fotografía de la portada publicada por: Agustina García - Pilo
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